Te deseo una muerte lenta y dolorosa.


Te agarramos en 1997, pocas horas antes de que Ortega Lara, a quién tú tenías secuestrado, fuera liberado por la Guardia Civil.
 
 
Desde entonces te has estado pudriendo en la cárcel, quince años allí te has pasado.
 
 
Ahora, has pedido clemencia y te la hemos dado.
 
 
Te deseo que vivas aún algún tiempo y que lo vivas con dolor, y que el vivir así te lleve a la locura y llegues incluso a insultar y maldecir a los tuyos, y así les hagas a ellos sufrir como hiciste padecer a los familiares de tus muertos.

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