No han pasado dos años desde que empezó su mandato y a Barak Obama no le salen las cuentas, al igual que a Zapatero.
Bueno, sí, algo he oído de que ambos presumen que al menos se ha salvado el sistema, que me suena igual que lo que siempre ha dicho Richard Cheney de que bajo su vicepresidencia no se ha vuelto a repetir un 11-S, para justificar las guerras de Irak y Afganistán y como escusa por no haber atrapado a Osama Bin Laden.
Pero, con tanta población en paro, se me hace poco y no solo a mí, ya que se da la circunstancia de que los que están sufriendo con toda su crudeza la crisis son precisamente aquellos que a él le votaron, y lo mismo ocurre con Zapatero.
Por eso, Obama duda de si seguir con su política económica o cambiarla, y así en el último G-20 mandó al loquero a Krugman y se apuntó a la contención en el gasto, y ahora parece que ya le ha dado de alta y se ha lanzado a invertir en obra pública, a bajar los impuestos y a pedirle a Bernanke que le siga dando a la manivela.
Y por esto, o por lo de que "la Casa Blanca es un infierno" que dice Michelle, de aquel fantástico equipo económico que una vez tuvo, y que junto a los asesores externos Warren Buffet y Robert Rubin iban a transformar las estructuras del capitalismo, tan solo queda Timothy Geithner.
Sí, de la foto de arriba tenemos que tachar a Peter Orszag, a Christina Romer y a Lawrence Summers, y algunos dicen que el que queda, Geithner, no se comerá siquiera el turrón.
¡ Cuanto te echo de menos, Milton Friedman !.
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