Todos buscamos "La Verdad", pero luego muchos nos conformamos solamente con "nuestra verdad".
Para algunos "dicha verdad" está en "La Fe" y para otros en "La Razón", para algunos en "La Libertad" y para otros en "La Igualdad", para algunos en "La Solidaridad" y para otros en "La Propiedad", para algunos en "El Esfuerzo" y "El Trabajo" y para otros en "La Fraternidad" y "La Compasión".
La Masonería sólo admite "hombres libres" y considera que no lo somos aquellos que no somos totalmente independientes de nuestros padres, de nuestros cónyuges o de nuestros hijos, y se refiere sobre todo al no poder tomar con total independencia las más importantes decisiones vitales.
Por eso, "un hombre libre" nunca podrá estar "sometido" a los "deberes familiares", a la "disciplina de partido", a las "obligaciones laborales", a la "esclavitud de un sueldo", ...
Así, cuando me piden que vuelva a la política digo que no puedo, que "no soy un hombre libre", que ya no puedo dedicarme a ella como antes, como un "entretenimiento", ... que me debo a mi familia, a mi trabajo, ... que me lo tendría que tomar como "un empleo" y que, por tanto, me convertiría en "un hombre de Partido", que es lo que más odio, ... y que, en definitiva, no sería feliz.
Lo siento, yo lo veo así, ... para ser un "Carlitos", un "Moreno", un "Palencia", un "Utrilla", un "Tomás", un "Ginés", un "López Viejo", un "Sepúlveda", ..., mejor nos quedamos con los originales.
Y es que, ya ves, si no me puedo enfrentar a los tanques, soy de los que pienso que mejor me quedo en casa.
Cuanta razón Ignacio, con esa clase política de palencias, pereiras, morenos, utrillas, presas, frailes, mejor quedarse con los orginales o quedarse con ninguno.
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