Desde hace un tiempo he venido oyéndoles a los independentistas vascos hablar mucho sobre eso de la vía "soberanista".
Esto del "soberanismo", tal como me ha parecido entender, es algo así como el intentar alcanzar la independencia "de hecho" ante lo imposible de hacerlo "por derecho".
Y no nos engañemos, cuando se refieren a la imposibilidad de lograr la independencia "de derecho", están haciendo mención a la mitad de la población vasca que no la desea y que, por tanto, es "molesta", "estorba" y, acercándonos ya peligrosamente al nazismo, puede que incluso empiece a "sobrar".
Y, mientras, en Cataluña, con eso de que "¡ El Barca es más que un club !" y lo del "Catalunya is not Spain !", y lo del "Oasis catalán" y el "¡ Europa termina en el Ebro !", y lo del "¡ Aprobaré lo que se apruebe en Cataluña !" y, ahora, lo de los referéndums, está ocurriendo algo parecido.
Por eso, yo, desde Madrid, y también desde hace un tiempo, un poco a modo de intima respuesta, he empezado a optar por explorar mi propia vía "soberanista", en mi caso de la vieja nación española.
Y así, frente a sus reformas del Estatut, a mí me ha dado por profundizar en el estudio de las constituciones españolas que son y han sido.
Y frente a su desprecio de la bandera española, tanto en el ayuntamiento de San Sebastián como en el circuito de Montmeló o en todo lo alto del Himalaya, yo me he regodeado con la imagen de Raúl "toreando de salón" en el Bernabeu y del Liverpool de Benítez "españoleando" por el extranjero.
Y, frente a los intentos de creación de unos "países catalanes", a mí también me ha gustado soñar con una unión de toda la península ibérica, con Botín y Amancio Ortega dominando sus finanzas, Cristiano Ronaldo liderando la selección y la infanta Elena viviendo en plena plaza del Marqués de Pombal.
Y frente a las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla, yo siempre he apostado por el ingreso de Marruecos en la Comunidad Europea y el desembarco en Tetuán de la ACS de Florentino Pérez y en Tanger de El Bulli de Ferrán Adriá.
Pero, sobre todo, frente a provincianismos excluyentes, y tan estupidos como el obligarles a Eto'o, Ibrahimovic y Chygrynskiy a hablar en catalán, me congratulo de la apuesta de mi Madrid por ser "ciudad abierta" y, si a los del PP nos dejan gobernar un poco más, y a Gallardón le ascienden a ministro y deja el ayuntamiento, "libre de socavones e impuestos".
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