Romney me recuerda mucho a Gallardón, también en lo bueno.


No es lo mismo llegar al ayuntamiento de Madrid tras los tres mandatos "de vida vegetativa" de Alvarez del Manzano que convertirse en gobernador de Massachutsetts y tener que luchar con un déficit de más de tres mil millones de dólares que le había dejado a Romney su antecesor demócrata.

Ni es lo mismo el llegar a la dirección de aquella olimpiada invernal de Salt Lake City y convertirla en los casi únicos Juegos Olímpicos de Invierno que han dejado en todos nosotros algún recuerdo, que el fracasar tantas veces en el intento de conseguir para Madrid dicho acontecimiento.

Pero ambos, Romney y Gallardón, para mí tienen un perfil muy parecido, de hecho son los perfectos ejemplos de esa elite paternalista y bienintencionada de Nueva Inglaterra o del barrio Salamanca, como "los Kennedy" y "los Polanco" ( incluimos también a Cebrían en el clan ).

Por eso, ellos, tan acostumbrados a ser los "the special one", son muy útiles para según qué esfuerzos y, si acertamos al encomendarles la tarea adecuada, podemos muy bien asegurar el éxito.

Lo malo es que se entusiasmen demasiado y quieran ser el mejor alcalde desde Carlos III, el mejor gobernador desde el "Mayflower", el mejor ministro desde aquellos primeros de Felipe II y el mejor presidente estadounidense desde Washington, Adams y Jefferson, y así nos lleven a todos con ellos a los infiernos.





Oye, que lo de su política educativa en Massachusetts me recuerda para bien a la que promete aquí en Madrid Doña Espe.

Y, en cuanto a lo sanitario, tuvo lo que hay que tener para conciliar a los demócratas bostonianos ( más liberales, o progres en términos europeos, que cualquier otro demócrata ) y a los ultra conservadores de la Heritage Foundation, lo que ya es conciliar mucho.

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