No les ha ocurrido a ustedes nunca que tras un largo día vuelven por fin a casa, cansados, sudados y con pocas ganas de hacer algo más que pegarse una buena ducha y tumbarse en el sillón a ver en la televisión cualquier tontada.
Y no les ha ocurrido a ustedes nunca que, como ya por hoy han echado el cierre y no están ni para hacerse un tortilla o un sandwich mixto en la plancha, deciden encargar algo de comida en el restaurante de al lado de casa y, como saben que algo sí que tardan, inmediatamente aprovechan para despelotarse y meterse bajo la ducha, siempre después de echar una buena meada, "que llevo todo la tarde aguantándome y ni para eso he tenido un momento, ¡ joder qué jornada !".
Y no les ha ocurrido a ustedes nunca que, no habiendo acabado siquiera de enjabonarse, oyen que ya al portero les llaman, y que seguro que son los del Placos y "yo ahora no encuentro ni la toalla".
Pues, hace un momento, cuando le he leído lo último que ha escrito a "el Matías", acabo de sentir lo mismo.
Nada, nada, Mari Carmen, que yo también te quiero y aún más a tu marido, y que "arrieros somos y en el camino nos encontraremos".
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