El dialogo es algo que está "muy sobrevalorado".
Así, cuando me reuno con amigos y conocidos y empiezan a discutir sobre un asunto, yo soy de los que me callo.
Y, en la tienda, cuando mis padres comentan alguna noticia con los clientes, hago otro tanto.
Pero, tras un rato, al notar mi silencio, como aquella vez en aquella "wiskería" me insistió Paco, siempre me terminan preguntando :
- "¿ Y tú que opinas ?".
Y, entonces, yo les respondo siempre que "todo lo contrario".
Y, claro, intrigados, me insisten en que continúe y les de argumentos.
Y yo les digo que lo siento, que no merece la pena o que no es el momento.
Y, claro, ya incluso algo molestos, me obligan a que inmediatamente les diga algo o me retuercen el pescuezo.
Y así, obligado, y antes de empezar a discutir, les pido que "se identifiquen" y les pregunto si hablamos de "lo malo que es Israel" si están de acuerdo con que exista.
Y si hablamos de los "hijos de puta", si consideran que algo bueno sí que hicieron.
Y si es algo sobre economía, si a ellos les cuesta lo mismo que a mí buscarse el sustento.
Y si prefieren los domingos por la tarde pasear o ganarse un sobresueldo.
Y es que, a mi modo de ver, no todo se puede debatir ni tampoco con todos podemos hacerlo.
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