"El taxista" era un viejo militante, de los tiempos anteriores a Carmelo, y que a pesar de ello nunca había optado a un puesto de responsabilidad.
Un auténtico militante, voluntarioso, desisterado, siempre dispuesto a coger un coche, casi siempre el suyo propio, para recoger propaganda en Génova, para pasear la megafonía por las calles, para llevar lo que fuera necesario a los mítines, ...
Su última ocurrencia fue hacer bajar a las monjas de clausura del Cerro de los Angeles a votar a su colegio electoral y, no contento, interrogarnos a todos por si conocíamos a alguien mayor o imposibilitado que necesitara ser transportado en automovil hasta su mesa de votación.
Por eso, cuando por fin ganamos unas elecciones a nivel local, las famosas Europeas, me levanté y delante de todos le agradecí su trabajo y le dediqué a él y a los demás veteranos el triunfo.
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