Madrid, calle Preciados, 13:45 h. del mediodía.
Ese día, en Callao, al entrar en Preciados, vi como de una pequeña furgoneta se bajaba Jorge Verstrynge y él solo se disponía a repartir propaganda.
Me dio un impulso y me ofrecí al entonces secretario general de AP para ayudarle. El, sin decirme nada, o al menos yo no le oí, me dio su montón de panfletillos y cogió más de la furgoneta.
Tras más de media hora, en la que estuvimos ambos repartiendo casi espalda contra espalda, llegaron unos chavales con camisetas de AP y me sentí relevado, y como vi a Jorge Verstrynge ocupado me limité a darle la mano y, creo que sin haber intercambiado unas palabras con él, me marché.
Así de heroica, y patética, fue mi primera participación en una campaña electoral.
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