Si yo fuera catalán y votara a CiU, hubiera sido siempre más de Jordi Pujol que del "socialdemócrata" Miquel Roca, y más de Jordi Pujol que del "democristiano" Josep Antoni Duran i Lleida, y más de Artur Mas que del hijo "soberanista" de Jordi Pujol.
Y si yo fuera catalán y votara al PP, hubiera sido mucho del "valiente, pero cortés" Alejo Vidal-Quadras, y aunque parezca contradictorio mucho del "cortés, aunque valiente" Josep Piqué, y durante unos meses demasiado de la "ni cortés, ni valiente" Montserrat Nebrera, pero ahora también empezaría a serlo bastante de la "no es cuestión de valentía, ni de cortesía" Alicia Sánchez-Camacho, con lo que les estaría dando la razón una vez más a Pedro Arriola y a Don Mariano y reconociendo además de nuevo sus extensos conocimientos sobre lo que es el Partido Popular más allá de Parla y Villalba.
Y si yo fuera catalán y votara a ERC, me avergonzaría hoy de hacerlo y me remontaría continuamente con nostalgia a aquellos Francesc Macià, Lluís Companys y Josep Tarradellas.
Por eso, esta última encuesta que anuncia la victoria de CiU y el descalabro de la coalición PSC-ERC-IC, y la necesidad de CiU de apoyarse en el PP, y el afianzamiento de Albert Rivera y Ciudadanos, me ha alegrado el día y así os lo cuento.
Y lo siento por "Barbalta", pero el anunciado fracaso de la UPyD catalana también "me ha molado". Aún no adivino la razón, pero su candidato Antonio Robles nunca me ha gustado, me ocurre con él lo mismo que con la madre de "Miguelito" Bosé o la hija de John Huston, es decir, que no lo soporto.
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