Juan Carlos ya era presidente, no es que a mí me encantara la idea, pero así era.
Y se suponía, aunque yo nunca lo creí, que era a un 90 % uno de los nuestros, y eso era mucho si yo me consideraba a mí mismo de los míos tan solo en un 75 %.
Algunas veces sí que me pareció que renunciaba a apoyarse en "Kiko", pero otras, diréis que eso eran cosas mías, yo hasta notaba la presencia de Juan Tomás.
Y así, un día "no tenía cojones" para despedir a "El Amo de las Llaves", antes era capaz de cerrar la sede para no tener que hacerlo, y al otro "pedía la cabeza" de la secretaria del Grupo de Concejales, incluso con los padres de esta "de cuerpo presente".
Y un día hablaba maravillas de Pedro, y otro se lamentaba de lo poco que le queríamos a él.
Sí, la verdad, era para ponerse de los nervios.
Y encima, tenía el síndrome de la familia Kennedy, sí el que heredó Bill Clinton, "Carlitos" y parece que Silvio Berlusconi.
Pero lo peor fue su incapacidad crónica a mantener una decisión, buena o mala, la que fuera, pero una ..., y así un día se negaba a aceptar cualquier indicación de "la Regional", al otro "tragaba" y aceptaba la llegada de Utrilla, al otro se lo "cepillaba" y colocaba "con un par" a Fernando, y al otro ya se estaba arrepintiendo.
En fin, para qué seguir, no era la persona indicada para el puesto y punto : tenía demasiada tendencia a "bajarse los pantalones".
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