El Moli, presidente local de NN.GG. ...

Y así, un día, me convertí en el nuevo presidente local de NN.GG. de Getafe ...

Pedro llevaba un tiempo anunciándolo, se quería marchar.

Yo también se lo insinuaba.

Y, además, le aconsejaba que optara ya entre la política o los negocios, o lanzaba su candidatura a la Presidencia local del Partido o se marchaba definitivamente a su nuevo despacho.

Por eso algunos se pusieron nerviosos ( "Carlitos", David, Palencia, ..., incluso Paco ) y, de algún modo, se postulaban para sustituirlo.

La verdad es que, hasta cierto punto, me sentía adulado cuando se me acercaban con el "Si tú Moli no quieres ser presidente, bien podría serlo yo".

Yo estaba más por el "irme a mi casa" junto con Pedro que por el de quedarme en el Partido sin su liderazgo, y por supuesto no se me pasaba por la cabeza el sustituirlo.

A mí me gustaba ser "simpatizante, que no militante", "ministro sin cartera" y, en todo caso, "responsable de la acción social", que yo entendía como el "tener presencia", el "aparecer" en cuanto "sarao" político se organizara en Getafe y alrededores :

"¡ Primero hay que estar, luego ya habrá tiempo de convencer !".

Nunca me había atraido el encargarme de la organización, de las campañas de afiliación, de la búsqueda de recursos y, eso estaba claro, nunca me había planteado ser su líder, ni como secretario general ni, por supuesto, como presidente.

Si somos sinceros, me era muy cómodo estar a la vera de Pedro, ya que él lideraba, el nos lanzaba y, en ultimo caso, se hacía responsable, mientras que los demás, y yo sobre todo, bajo su cobijo, trabajábamos en lo nuestro con mucha tranquilidad.

Por eso, su propuesta de hacerme presidente, me aduló, pero en ningún modo tenía intención de aceptarla, y solo ante su insistencia, casi ultimátum, para que me hiciera con el puesto para así poder él irse tranquilo sabiendo que "su labor" no iba a desaparecer bajo el mandato de alguien menos fiel y más maleable, me lié la manta a la cabeza y acepte el puesto.

Luego ya, en un último intento de que Pedro cambiara de opinión, establecí mis condiciones :

Había que "jubilar" a todos los de mi generación, incluso a los de la siguiente, ya que su lealtad era con Pedro, y nunca lo serían conmigo, por verme como un igual, si no un inferior.

Había que delegar todo el trabajo administrativo en el nuevo secretario general, que Pedro me indicó que fuera Fernando, y yo acepté de inmediato por considerarle la unión lógica con los nuevos afiliados ( Jesús, Queca, ... ).

Y, por último, para seguir así yo protegido, Pedro debía seguir siendo el referente, el que ejerciera el verdadero liderazgo, el que tomara las decisiones estratégicas.

De este modo, yo podría seguir dedicándome a mis "acciones sociales", aunque ahora con cargo de Presidente, y centrarme en la táctica, en el día a día.

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