De "manglanillo" a concejal, ... o el regreso del "superagente Vicente".

No sé si lo he explicado ya anteriormente, pero para nosotros en Getafe "manglanillo" era entonces todo aquel "militante de base", en general algo mayor, que suplía sus ya disminuidas capacidades intelectuales y físicas con una voluntad y un entusiasmo contagiosos.

Así, "manglanillos" hubo siempre, pero "dicho movimiento" alcanzó su mayor esplendor durante el mandato de Juan Carlos y, sobre todo, durante "el Acoso", gracias a su coordinación y dirección por el padre de "Escubi" y a su adopción de elementos característicos de lo que ahora "los finos" llamaríamos "guerra asimétrica".

Teníamos "manglanillos" y "manglanillas", "manglanillos de Juan Tomás" y "manglanillos de Escobar", "manglanillo gruñón" y "manglanillo espía", que respondía al nombre ( ¿ sería un "alias" ? ) de "Manzanares", pero hoy voy a hablar del "manglanillo" que llegó nada menos que a ser concejal ...

Este "manglanillo", al que yo siempre he llamando "el superagente Vicente", se caracterizaba en aquel periodo de tormentosa "Guerra Fría" en el seno del PP local por su importante labor de "agente doble", suministrando información verdadera y falsa a la vez a ambos bandos, hasta que el "Gran Jefe Manglanillo" se hartó y le expulsó de aquel famoso garaje del barrio de Juan de la Cierva que José Luis quiso en algún momento nada menos que "confiscar".

De este modo, nuestro "superagente Vicente" sufrió el destierro y el desprecio de uno de los bandos, pero se ganó el aprecio del otro y, con el tiempo, también un lugar en la lista de concejales en un periodo en el que en Getafe "Roma sí pagaba a traidores".

Fue digno de ver, con que gallardía paseó su condición de munícipe, solo superado por mi amigo Antonio, el mejor "concejal farolas" que ha tenido y tendrá nunca nuestro pueblo, bueno si el "superagente Vicente" me permite que le siga llamando "mi pueblo".

Y con que dignidad y caballerosidad sigue defendiendo "el superagente Vicente" los intereses de su gente, que son los suyos propios, frente a "los ataques" de estos "sucios extranjeros".

Y es que "en España, amigo mío, los que no somos Quijotes, somos Sanchos".

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