Y también envidiaba yo de Verstrynge sus colecciones de soldaditos de plomo.
Y nos hubiéramos dado en la Canovas del Castillo por muy bien pagados si Luis Eduardo Cortés hubiera invitado alguna vez en Jockey a comer pollo.
Y eso fue justo antes de que convirtieran a la Humanismo y Democracia en una ONG.
Cuando Alberto Ruiz-Gallardón aún tenía aquellas fotos de camisas azules en su despacho.
Luego, ya lo saben, llegó Pío, y "el Tajada", y "los Boleros", y los de la Gūrtel, y se empezó a estropear todo.
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