Soy muy deboto de Cristina Almeida y de Inés Sabanés, y ambas han apostado por Manuela.

Y no, no me he vuelto comunista.

A lo más que puedo llegar con un par de copas es al anarquismo.

Y sigo pensando que ambas están equivocadas en muchas cosas en todo lo relativo al ideario político.

Pero, quizá mañana me defrauden, ambas han sido siempre para mí un ejemplo de austeridad personal y compromiso.

Y eso es algo que tan sólo he encontrado entre los míos en aquellos jóvenes de las NN.GG. de San Sebastián que odiaban a Jaime Mayor Oreja e idolatraban a Gregorio Ordóñez.

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