De "Arpegio" hablo, es decir, de mi amiga.
O como me decía "el Utrilla" :
- "Hay que ser un "hombre de partido"".
O como yo le respondía :
- "¿De qué partido, del de Fraga, del de Herrero de Miñón, del de Hernández Mancha, ...?".
Un insulto, así entendía yo lo de "hombre de partido", y por eso ni de asuntos propios de una comunidad de vecinos ( luz, teléfono, ... ) podía entenderme yo con ellos.
Y sí, algo se oía ya entonces de lo de Arpegio, y antes lo de su marido en el Metro, y después con lo de la "Gūrtel" dimos sentido a aquellos días en que casi David ( el de la PSG ) se pega con Tomás, Ginés y Benjamín a la salida de aquel mitin en el Palacio de Congresos, y también nos descojonamos con los temblores de piernas de Mario, y nos escandalizamos con el interés por el sector de la limpieza de hermanos, primos y cuñados, y sí, por supuesto, lo del teatro ( asunto que ya venía hablándose en el "tardo-Pitufismo", e interesando a autodenominados fundadores del PCE local y también a admiradores varios de New York, París, el Barça y otros bailes ).
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