A Viriato, el caudillo lusitano, no le fueron leales Audax, Ditalco y Minuro, que incluso llegaron a asesinarle mientras dormía.
A Julio Cesar, el de "La Guerra de las Galias", le sorprendió la traición del "noble" Bruto : "¡ Tú también, hijo mío !".
A Don Rodrigo, el último rey visigodo, le traicionó el conde Don Julian, facilitando la entrada de "los moros" en la península.
A Don Sancho, rey de Castilla, le engañó y luego mató "el traidor" Bellido Dolfos, a pesar de los esfuerzos de "El Cid".
A Felipe II, al que "no se le ponía el Sol", se la "intentó liar" su secretario Antonio Pérez, con la ayuda de Ana de Mendoza, la princesa de Eboli.
A Carlos IV le "puso los cuernos" su ministro Manuel Godoy, le "intentó sacar los ojos el cuervo de su hijo" Fernando VII y, finalmente, se "la metió doblada" el emperador Napoleón Bonaparte.
A Alfonso XII, según cuenta el "chascarrillo", le recibieron los "villanos de la Corte" con tanto entusiasmo como al echar antes a su madre Isabel II o después a su hijo Alfonso XIII, y tanto como "al proclamarse la República" o al entrar las tropas del general Franco en Barcelona o en Madrid.
A su juramento a los "Principios del Movimiento", según mi amigo De Francisco y otros nostálgicos, faltó el rey Don Juan Carlos.
Y según un libro publicado recientemente, Adolfo Suárez, Manuel Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo fueron también traidores a la Derecha, al Ejército y a la Izquierda, gracias a lo cual presumíamos hasta ayer mismo de la "ejemplar Transición Española".
Por eso "querido" José Luis, deslealtades y traiciones ha habido y habrá en la política y en la historia, pero eso no le debería extrañar al que "al contrario que Roma sí que ha premiado" a "Carlitos", "Marios", "Palencias" y "Tomases", para luego terminar "huyendo, abandonando y traicionando" a sus electores y, por extensión, a todos los ciudadanos de Getafe.
Ya antes acusó de "felón" Manuel Fraga a Jorge Verstrynge, Jacques Chirac a Nicolas Sarkozy, o los payasos "Fofito" y "Rody" a su primo "Miliquito" ...
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