Las lágrimas de Fernández Norniella.

Sí, lo estoy disfrutando.

Es todo lo que un día deseé.

Me habían citado en Génova.

Ya saben, las elecciones de 1996, las de la llegada de José María Aznar a La Moncloa.

Y ya saben también que los míos querían que aquí en Getafe la campaña fuera dirigida por Mario Utrilla.

Y que se la pegara.

Y todo se estaba preparando para que los míos se dedicaran a hacer contracampaña, como cuando en tiempos de Carmelo nos visitó José Antonio Segurado y por el hotel Las Moreras no aparecimos ni diez militantes.

Y eso no es lo que yo quería.

Me era imposible aceptar el tener que hacer y mandar hacer a mis chavales contracampaña.

No contra Aznar en 1996.

Y por eso acepté ser coordinador de campaña, con el adjetivo de "provisional" y decidido a forzar a los míos a rectificar y asumir la coordinación como en las últimas anteriores veces.

Y lo conseguí, pero aquí hoy no cabe el contarles otra vez aquellos sucesos.

Lo que sí hoy recuerdo es aquella visita a Génova mía.

Y aquel encuentro con Norniella, y aquel encuentro entre su "En Getafe no hay que hacer campaña, para así no alentar el voto socialista" y mi "En Getafe se hace campaña en elecciones o no se hace nunca", casi idéntico que aquel con Martin Villa en la sede al lado de El Violín y en tiempos de Carmelo.

Y aquella prepotencia entonces de Norniella, y hoy estos lloros.

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