De "pijos", "enrollaos" y "fumaos".

Me gusta "el Güemes", sí "el pijo", sí "el yerno de Fabra", sí "el guapito de cara" de "Doña Esperanza", "sí el yernísimo".

Lo lamento, pero soy de los que en los plenos del Ayuntamiento, cuando asistía, antes de aquel primero de Moreno, o en el Debate sobre el Estado de la Nación, cuando he podido verlo por televisión, como afirmaba el recordado Camilo José Cela, siempre he echado de menos un "chorizo", un "mentiroso" o un "hijo de puta" dicho a tiempo.

¿ Si un tío miente, y tú sabes que miente, y él sabe que tú sabes que miente, y todos saben que todos sabéis que miente, por qué te vas a negar el gusto de llamarle "mentiroso" ?

Y si te viene un "liberao", un "subvencionao", un "profesional del megáfono", como mi amigo Oscar, y te monta una "mani" en la puerta de tu despacho o en la entrada de un hospital, haciéndose pasar por uno de los trabajadores de ese recinto, y te mete el palo de la pancarta por un ojo, pues como diría mi viejo amigo : "¡ Te cagas en su puta madre !".

Y si resulta que ves "el vídeo del brote verde" y te acuerdas de aquel viaje a Amsterdam y de aquellas visitas a los coffee shop, y al día siguiente ves a una "enrollá", no se si vestida a lo "hippie" o a lo "Agatha", y la oyes decir no se qué de un "rayo cósmico" y te vuelves a acordar de tu amigo Oscar y de aquellas películas de Cheech y Chong, pues no puedes menos que soltar un "¡ Estos tíos están "fumaos", están muy "pasaos", pero que muy "colgaos" !".

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